Para que mi mujer comprenda...
Amor mío, me voy de cacería nuevamente...
Veo en tus ojos el reproche callado al dejarte sola...
Tu amor interminable y hondo te lleva a poner en mi bolso más abrigo
Y a alcanzarme la petaca de plata que olvidaba...
Pero sé que no podes, por más que insistas en tratar,
Comprender el afán que me embarga al ir de caza...
Es que siento en el alma ese amor por los espacios abiertos,
Por la caminata infernal, por el olor de los caballos,
El aceite de armas, la fogata y la aventura...
Necesito un lugar alejado y con ruidos de pastos, vientos y pájaros...
Quiero ensuciarme, descuidar mi aspecto, oler a cansancio y pasar frío...
Quiero ver un río, plantas con espinas, abejas salvajes y flores silvestres...
Nieve y hielo, barro y piedras...
Quiero medirme manejando en arenales, tirando a la carrera...
Quiero cambiar una goma pinchada en la lluvia
Y reírme con mi compañero de caza de pavadas...
Quiero extrañarte e imaginarte esperando mi regreso...
A veces siento que he nacido en épocas equivocadas,
Donde el triunfo del hombre se mide en plástico de tarjetas de crédito...
Donde el frío se regula con un termostato
y el calor del verano no existe al prender un aire acondicionado..
He nacido en una época de traiciones y luchas por una cuenta de banco,
Donde todo se compra y todo se vende,
Donde la armadura es un traje y la cota de malla una corbata de seda...
Cuando cazo, amor mío, me alejo de este mundo de bocinas,
De escapes venenosos, de “Fast Food” y colas de impuestos...
Me alejo del confort, del lujo y de la televisión que me idiotiza..
Este mundo no nos permite usar los músculos, sino lucirlos en verano,
No nos deja peludear en el barro, sino embotellarnos a bocinazos
y odiar a los demás...
Yo acepto las reglas del juego...Soy lo suficientemente civilizado como para convivir en esta ciudad de locos...
Pero déjame que me escape cada tanto, que queme el sol mi cara,
Y me congele la helada...
Amo a mis armas...porque son el juguete que me transporta a ese gran juego que es la caza...
No veas en ellas un instrumento de muerte, ya que lo son de vida, porque jamás, me siento tan vivo que cuando las empuño tras la presa...
Y veras que cuan do ya no pueda mas hacerlo, sentado al sol, o donde me pongan las cariñosas manos de los hijos o las tuyas, una sonrisa lejana se dibujara en mis labios resecos...
No pienses que es la chochera de mi vejez inevitable, sino que estaré recordando alguna cacería..
Y si me vieras abatido y solo, aburrido en mi sillón, harto de calor, confort y achaques, pon en mis manos un viejo fusil gastado...
Y al tocar la madera amiga, rozar sus formas de acero y oler su aceite, me transportare en el tiempo, hacia el monte, la montaña o la espesura...
Y veras entonces que mis manos apretaran al viejo compañero tratando de recuperar esos momentos ya idos...
Quizá sea, mi amor, que me voy de cacería hoy,
Para poder recordar mañana......
Publicado por www.extremolitoral.com.ar
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